A lo largo de su rica y dilatada historia, Serbia contó con numerosos gobernantes que influyeron significativamente en el desarrollo de la sociedad y el Estado serbios. A lo largo de los siglos, Serbia fue gobernada por un pueblo que no solo alcanzó la excepcionalidad gobernante, sino que logró alcanzarla mediante la continuidad generacional, lo que justifica que hoy podamos enorgullecernos de hasta tres dinastías gobernantes surgidas del pueblo serbio. Los dos grandes jubileos que celebramos en 2023 en honor a los aniversarios del nacimiento de dos importantes gobernantes, descendientes de las familias Obrenović y Karađorđević, son una oportunidad para celebrar no solo la vida y los logros de estos dos grandes hombres, sino sobre todo la rica historia de Serbia que nos une a todos.
Mihailo Obrenović (4 de septiembre de 1823, Kragujevac - 29 de mayo de 1868, Belgrado) fue príncipe de Serbia entre 1839 y 1842 y entre 1860 y 1868. Un estadista maduro y educado, el príncipe Mihailo se dedicó a las reformas económicas y a la modernización de Serbia. Logró organizar la salida de las tripulaciones militares turcas de todas las ciudades de Serbia y, durante su reinado, se aprobaron diversas leyes inspiradas en las europeas, entre ellas la Ley de Correos de 1866. El propio príncipe también impulsó la creación del Teatro Nacional de Belgrado en 1868. Murió en un intento de asesinato en Košutnjak el 29 de mayo de 1868.
Petar II Karađorđević (Belgrado, 6 de septiembre de 1923 - Denver, 3 de noviembre de 1970), primogénito del rey Alejandro I y la reina María, ascendió al trono siendo menor de edad tras el asesinato del rey Alejandro I en Marsella el 9 de octubre de 1934. Durante uno de los períodos más difíciles de la historia de nuestra nación, apoyó el anhelo de libertad del pueblo y se inclinó por los ideales del antifascismo y la independencia. En medio de la guerra, como muchos otros jerarcas europeos que se opusieron a la agresión nazi, se vio obligado a abandonar su patria y trasladar la antorcha de la libertad y la independencia al territorio aliado en Londres. Tras la abolición de la monarquía en Yugoslavia, no se le permitió regresar al país, y sus restos fueron trasladados en 2013 a la iglesia de San Jorge en Oplenac.