El motivo del sello navideño de Correos de Croacia de este año es obra del pintor académico Ratko Janjić Jobo (n. 1941), maestro de las panorámicas desprovistas de narración, de los primeros planos del mar inagotable, de los espejos que reflejan el tiempo mismo y de las sinfonías rítmicas. Sin embargo, la poética escena representada en este sello es rica en narrativa y detalles, concebida para la observación y el descubrimiento pausados.
Esta imagen acelerará el pulso de muchos: ¡Navidad en Grič, ante la Puerta de Piedra, en una noche nevada! Una escena tan irreal que podría desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos, ¡y con ella, este propio sello! Ha llegado el momento de un experimento: ¿desaparecerá la imagen en un instante o perdurará?
Y, sin embargo, todo en ella parece tan real. El Niño Jesús, envuelto como un panecillo, como pintado por un antiguo maestro sienés, se abriga con la paja dorada, más cálida que el frío de la nieve; quizá esparcida allí por el ángel que, junto al cometa y otras luces centelleantes y copos de nieve, vela la escena desde el cielo. El buey y el asno de patas delicadas velan por el calor del Niño. La Virgen María, serena y contemplativa, intenta comprender el milagro que tiene ante sí. Algo retraído pero atento, José el carpintero, que trajo consigo las herramientas de su oficio en su viaje migratorio, parece estar armando en silencio el pesebre, mientras el pintor se asegura de que esté marcado con la Estrella de David, símbolo del linaje de Jesús. En primer plano, arrodillado, se encuentra un pastor, el primero en llegar, con un pie que se extiende más allá del marco, ocupando el espacio desde donde contemplamos la escena. En señal de respeto, se ha quitado el sombrero, y la manzana a su lado debe ser su humilde ofrenda. Tras él, los Reyes Magos también se encuentran en Zagreb, en Grič, portando sus regalos y todos los emblemas de su honor y de tierras lejanas. La vieja linterna de Grič los ilumina a todos; jamás había presenciado semejante espectáculo bajo su luz.
Y tras la escena se alza la antigua torre de la Puerta de Piedra, que, afortunadamente, no fue demolida durante el fervor modernista de principios del siglo XX, ni tampoco se allanó su empinado pasadizo. Formó parte de las fortificaciones medievales de la ciudad, construidas en el siglo XIII, cuando, según la Bula de Oro del rey Béla IV, que proclamaba a Gradec ciudad real libre, solo se permitía la entrada por las puertas de la ciudad. El 31 de mayo de 1731, la torre se incendió, pero la imagen de la Virgen María, procedente del apartamento de la viuda sobre el pasadizo, permaneció intacta. Desde entonces, se venera con profunda devoción en la Puerta de Piedra. ¿Cómo llegó María a visitarla? ¿Cómo pudo el Niño, surgido de la nieve y la paja, visitar su propia imagen en la Puerta como el joven gobernante del mundo y del universo?
Todo es posible en una imagen, especialmente en aquellas que se vislumbran bajo nuestros ojos. Aquí, nuestra Catedral aún se yergue con sus agujas intactas, junto a la torre de Santa María, una visión de Zagreb que ya no existe, no solo porque el reciente terremoto la dañó, sino también porque la ciudad misma destruye con indiferencia elementos de su propio encanto. Sin embargo, la Navidad es una fiesta que sana y promete, que pertenece a cada rincón de la Tierra, que santifica cada hogar. Así, la Navidad ha traído la noción de luz y paz también al viejo Grič, donde tanto se necesita, y el artista Ratko Janjić Jobo ha capturado su paso para nosotros.