Claude-Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825), fue un gran pensador y autor de importantes libros a finales de siglo. Este caballero del Antiguo Régimen se mostró muy pronto reacio a la educación clásica y se sintió atraído por las “nuevas ideas” y el espíritu de aventura. Partió hacia Estados Unidos a los 17 años para unirse al ejército de liberación de Lafayette. De regreso a Europa, se apasionó por la hidráulica y las vías de comunicación y, en la época de la Revolución Francesa, adquirió los bienes nacionales del departamento de Orne; De un hombre sin dinero, se convierte en un rico terrateniente. Comenzó a desarrollar sus teorías, nutrido de una vida intelectual ecléctica, cuya base era el progreso de la humanidad a través de la ciencia, la industria y el desarrollo de élites sociales calificadas (incluidos los ingenieros), entonces llamados "capacitaires".
Inspirador de la Société Générale y del Crédit Lyonnais, admirado por los politécnicos, sostenía que la era feudal y teológica debía dar paso a la era positiva e industrial. Este paso permitiría la solidaridad, la paz, la fraternidad y el desarrollo de “talentos”. Con su sucesor, Prosper Enfantin, este movimiento se convirtió en una verdadera Iglesia, si no en una secta, cuyos espacios de vida común, llamados falansterios, preocupaban a los poderes públicos. Saint-Simon es considerado uno de los fundadores del socialismo francés, antes de Karl Marx.
La idea de Dios es sustituida por la de ciencia, y el nuevo valor pasa a ser la sociedad, una sociedad organizada por vínculos entre seres, gracias a los ferrocarriles; Esta idea de "circulación" se basa en la circulación de la sangre en el cuerpo humano. Saint-Simon también cree que el lugar de la mujer en la sociedad debe evolucionar y entiende que debería poder disponer de su cuerpo con mayor libertad. Un nombre a veces olvidado, pero que tuvo una influencia considerable durante dos siglos en Francia.
