Cien años después de su fundación, el 22 de mayo de 1925, la Sociedad Portuguesa de Autores (SPA) sigue representando la resistencia y la capacidad de los autores portugueses para luchar por sus derechos y libertades, sin olvidar las tecnologías que les permiten comunicarse con el público y satisfacer su deseo de consumir y compartir obras de gran diversidad y calidad.
Hace un siglo, un grupo de autores, especialmente aquellos vinculados al teatro y la literatura, decidió crear una cooperativa para apoyar la elaboración de un Código de Derechos de Autor. Su alcance pronto se expandió, primero al cine y posteriormente a las artes visuales.
Además de ser una importante inversión estratégica, en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, también representó una forma de solidaridad con la que mantuvo su compromiso, elevando a la cooperativa de autores por encima de las demás empresas de la época. La SPA adquirió así una dimensión institucional, diferenciándose de otras empresas con diferentes objetivos y prioridades en el mercado.
Con el paso de los años, el número de miembros de la SPA creció constantemente, al igual que las disciplinas abarcadas por su actividad judicial e institucional. Durante las décadas de la dictadura, la SPA fue siempre un espacio valiente en la lucha por la libertad y contra la censura. Varios miembros de la cooperativa, como Alves Redol, Luís de Sttau Monteiro, Manuel da Fonseca y José Afonso, estuvieron en las cárceles del régimen. En ese sentido, la SPA siempre ha sido un símbolo de resistencia a la opresión y el terror.
Por ello, la SPA recibió la Orden de la Libertad de manos de Marcelo Rebelo de Sousa, poco después de asumir la presidencia de la República.
A nivel internacional, la cooperativa de autores portuguesa asumió mayores responsabilidades, asumiendo la presidencia del Comité Europeo de Sociedades de Autores, con sede en París, y la dirección de la Agrupación Europea de Sociedades de Autores y Compositores, con sede en Bruselas.
La SPA siempre ha estado en primera línea de combate en la defensa de los derechos de los creadores intelectuales frente a los intereses abusivos e invasivos de las multinacionales de los medios de comunicación, además de denunciar la falta de legislación que regula el poder central en relación con los creadores de música, literatura, cine, televisión, artes visuales y otras disciplinas.
La situación global actual se ha vuelto mucho más compleja con el avance de la inteligencia artificial, un tema que la cooperativa abordó en un seminario internacional —una de las primeras sociedades de autores en hacerlo—, consciente de que la IA puede ofrecer beneficios en el ámbito médico o científico, al tiempo que elimina miles de empleos y ve a las grandes multinacionales de los medios usurpar los derechos de imagen e identidad, confundiendo a los consumidores habituales de cultura con fusiones que vulneran la propiedad y los derechos de los autores sobre sus obras. Sin autores, como siempre hemos afirmado, no hay cultura, y sin control sobre las nuevas tecnologías no puede haber cultura ni dignidad en el acto de crear.
En Portugal y en Bruselas, en colaboración con la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, la SPA da voz a los autores portugueses de todas las generaciones, recordando y rindiendo homenaje a autores como José Saramago, Amália Rodrigues, Carlos Paredes, José Afonso, José de Almada Negreiros y muchos otros que, para la institución, constituyen un sólido y estimulante motivo de orgullo y responsabilidad colectiva. Hoy, debemos elaborar un nuevo Código de Derechos de Autor que tenga en cuenta las nuevas realidades tecnológicas, jurídicas y sociales, y que proteja la cultura del oportunismo de quienes solo piensan en el lucro descontrolado y no en la innegable soberanía y dignidad de los autores, conscientes de que ninguna otra institución protege la cultura y a sus creadores como esta organización, creada por autores hace cien años.