El Museo de Arte Sacro de Funchal, inaugurado el 1 de junio de 1955, celebra este año su 70.º aniversario. Setenta años salvaguardando el patrimonio y protegiendo lo que es de todos, setenta años de una belleza que es nuestra. Ubicado en el antiguo Palacio Episcopal, que data del siglo XVIII, el Museo de Arte Sacro de Funchal custodia los mayores tesoros de nuestra identidad: nuestra cultura, la fe que ha guiado nuestra historia, la belleza que nos permite abrir «ventanas al infinito» (en palabras de Teodoro de Faria, uno de los obispos eméritos de la diócesis).
Por iniciativa de Mons. António Manuel Pereira Ribeiro y de otros que le sucedieron, el Museo comenzó a reunir, conservar y exhibir lo mejor del arte sacro diocesano, reuniendo pintura, escultura, orfebrería y ornamentos, notables bienes sacros y artísticos procedentes de iglesias y antiguos conventos de la isla de Madeira. En las últimas décadas, entre finales del siglo XX y principios del XXI, el Museo ha enriquecido sus colecciones gracias a los depósitos de la Catedral, el Colegio y otras iglesias y capillas de la Diócesis, o con obras realizadas en aquellas iglesias que requirieron ser trasladadas o retiradas del culto, así como en casos donde se quiso salvaguardar ciertas piezas, creando así un espacio donde la belleza puede presentarse como un camino hacia la espiritualidad.
Conocido por su magnífica colección de pintura y escultura flamenca de finales del siglo XV a mediados del siglo XVI, el Museo de Arte Sacro de Funchal también cuenta con una magnífica colección de pintura portuguesa realizada por reconocidos maestros entre los siglos XVI y XVIII, así como una notable colección de vestimentas portuguesas y orfebrería, incluyendo algunas piezas de origen o inspiración flamenca. El Museo ofrece al visitante otra experiencia: un viaje a través del arte sacro ortodoxo oriental, hacia un mundo de belleza, misterio y contemplación.
El Museo de Arte Sacro de Funchal es, pues, un espacio de diálogo, un polo cultural de referencia en el panorama regional, con una programación propia que ofrece momentos de debate y contemplación, palabras y silencios, belleza y espiritualidad. De hecho, este Museo puede verse y entenderse como la convergencia de una serie de caminos —históricos, sociales, culturales y artísticos— en la intersección de sociedades e instituciones que, a lo largo del tiempo, nos han legado una importante riqueza de humanidad y belleza.
En este tesoro rodeado de mar, es posible revisitar la historia de Madeira, pero también redescubrir la dimensión atlántica de la cultura portuguesa y de la propia civilización europea.