En Portugal, la filatelia desempeña un papel fundamental en la preservación de la memoria colectiva. A lo largo de los años, nuestras emisiones de sellos han evocado personas, patrimonio y acontecimientos que han marcado nuestra cultura e historia compartidas. Cuando un sello se adhiere a una carta, esa memoria colectiva se convierte también en un pasaporte. Viaja distancias, une a las personas y comunica, a través del servicio postal, el mensaje de que el patrimonio inmortalizado en estos sellos nos pertenece a todos. La reciente conmemoración filatélica del IX centenario del episodio de Zamora, así como la del quincuagésimo aniversario de la Revolución de Abril y la independencia de los países de habla portuguesa, refuerza esta misión que cumplen nuestros sellos: la de proteger y difundir la memoria nacional.
Entre las fechas importantes de nuestra historia, el 25 de noviembre de 1975 es una que no podemos olvidar al acercarnos a su quincuagésimo aniversario. Esa fecha, según diversos historiadores, representa un Termidor portugués, que puso fin a la fase menos estable del proceso revolucionario y, en última instancia, selló el destino democrático de Portugal. En efecto, el 25 de noviembre marca el inicio de la construcción del país que conocemos hoy: un Estado de Derecho occidental y democrático, decidido a seguir la senda europea, con una pluralidad de partidos, sindicatos y organizaciones sociales, que protege las libertades de prensa, asociación y religión, así como los derechos a la propiedad y a la educación, y donde el poder militar está subordinado al poder civil democrático.
Los acontecimientos de ese día deben considerarse, por lo tanto, un intento de reconciliación y estabilización política, que evitó una posible deriva hacia la izquierda radical y que reafirmó el proyecto de democratización portugués en su rumbo original.
El 25 de noviembre también allanó el camino para la exitosa conclusión de la Asamblea Constituyente, elegida en abril de 1975. Por consiguiente, no podemos celebrar el aniversario de la Constitución de 1976 sin recordar simultáneamente los acontecimientos que tuvieron lugar en noviembre del año anterior.
El oportuno lanzamiento de esta serie de sellos nos permite cumplir con nuestro deber de preservar la memoria colectiva y, al mismo tiempo, expresar la gratitud del país a los actores clave —soldados, políticos y ciudadanos anónimos— que participaron en los sucesos de aquella fecha. Todos les debemos mucho a su valentía.